martes, 11 de mayo de 2010

La decisión del tacto



Son tantos los momentos alimentados en ese rincón de mi memoria…
En ocasiones, creo que los he recordado de forma tan intensa que he acabado idealizandolos con el tiempo. Sé que todo instante pasado parece mejor, pero sólo lo parece... Debo creer que es la serenidad de lo ya vivido, la ausencia de riesgos, de miedos, el tener la potestad de poder borrar los malos tragos, y embriagarse sólo de esas puntas del iceberg que ansiamos encontrar cuando volvemos la vista atrás (no buceamos en la base tenebrosa y fría que un día nos alejó desnudos de ilusiones).
Quiero creer que todo quedó atrás, de forma voluntaria, que no fue todo lo bueno que se recuerda, por eso nos desprendimos de su tacto espectral.
Hay momentos de debilidad en los que la memoria- evocada con afán de caricias- es nuestro peor enemigo: ella es capaz de devorar los que fueron momentos grises ante la necesidad de ver un estallido de colores y falsea lo que tuvimos, alimentandolo de fantasías.
La verdad, pocas veces he caído en esa trampa. Creo que ha sido porque siempre me he planteado el por qué de cada necesidad de cambio. Y… la verdad, queda demostrado que si no nos mentimos a nosotros mismos, se trata de una respuesta sencilla: Se desgastó la complicidad de nuestro mundo en un momento dado. Unas veces, culpa nuestra, otras de los demás, pero… al fin y al cabo, qué más da conocer la causa de su agonía; lo importante es la agonía en sí y lo que esto engendra. Núnca sirvió de nada buscar culpables cuando muere un sentimiento.
Hay casos en los que esa complicidad sigue ilesa, pero por temor se toma la decisión de silenciarla. Esto es lo más triste:
es como asesinar la belleza por envidia
es como ser desleal a una sonrisa por miedo a dejar atrapado en ella el corazón
es como renunciar a vivir por miedo a sufrir
En todo caso… siempre hay que decidir, y creo que los motivos… en ocasiones son titanes enmascarados que con su fuerza polarizada nos hacen zozobrar….
Vivir es arriesgado siempre, decidir también lo es, en ocasiones nos causa dolor, en otros momentos una inmensa plenitud, en unas ocasiones dudas, en otras plena seguridad… Pero siempre que nos arriesgamos a tomar una decisión… estamos apostando por la vida, estamos conectando, estamos sintiendo la necesidad de huir de algo que nos resulta mediocre para intensificar lo que percibimos...

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